miércoles, 25 de noviembre de 2009

La Fuerza Natural...

Pues realmente muy pocas cosas se pueden decir después de un concierto de Gustavo Cerati; quizá sea correcto comenzar haciendo un repaso por lo acontecido a lo largo del día... y el día comenzo con llamadas, muchas llamadas, después de las cuales me encontré muy temprano, en una mesa del restaurant del buho, tomando tazas y más tazas de café que amablemente patrocinó mi asesor de tesis, entre un café y el siguiente se hablo de todo, del Estado como sujeto o como instrumento, de Poulantzas, de la transformación del sistema político, de Evo, de Unasur, de Honduras, de la bonita en Xalapa, de Womack...quizá sea una de las asesorías más completas que algún estudiante haya recibido jamas; camine de regreso al departamento e intente recuperar algunas de las tantas horas que le he robado al sueño, y fue entonces que entre la voz de Denise Maerker y el sol de medio día, caí rendido un par de horas.
Más tarde intente organizar alguna expedición al concierto de esta noche pero fue imposible(estos chilangos son algo extraños), entonces decidí que era mejor planear la forma en que lograría ocupar alguno de esos miles de asientos y al parecer no fue tan mal...

El concierto fue algo demasiado especial, y cuando lo denomino de esa manera, es por que en realidad lo que sucedió esta noche en ese escenario no es algo que haya visto alguna vez en mi vida; no puedo siquiera narrarlo de una manera fiel, y quizá es mejor que no lo intente, quizá la arquitectura sonora creada esta noche por aquellos músicos, deba permanecer sin alguna explicación.
Mientras yo me perdía entre los sonidos espaciales y la música con burbujas, Laura escuchaba una muy buena interpretación de Chopin en el Teatro del Estado (de Veracruz lau, de Veracruz). Ahora he llegado a Coyoacan, tu duermes en tu bonita casa junto a los lagos, y yo cocine una sopa de hongos demasiado buena, he visto las noticias de la 2 desde Madrid, y recuerdo que no he enviado la invitación para la conferencia del viernes sobre la Revolución Cubana, en el Museo de Arte del Estado (de Veracruz).
En madrugadas como esta, quisiera encontrar alguna explicación a tantas y tantas situaciones en la vida, pero quizá todo deba permanecer como lo sucedido en ese escenario esta noche, tan mágico, tan sin explicaciones; quizá sean horas de ceder ante Baudeleire y su París, quizá sean instantes para dejar la vida fluir, así nomas, fluir sin un fin, más que fluir. (las ultimas palabras obviamente son autoría de Cerati)

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