viernes, 3 de julio de 2009

Querían modernidad, pero nadie pidió el fín del Estado teocrático

El disco duro de la mac de Rodrigo no funciona más y ahora me encuentro en la pc de Daniel viendo videos de Michael Jackson, y leyendo sobre la absurda suspensión parcial de garantías en Honduras por parte del gobierno golpista, que incluye entre otros, la desaparición de los derechos de manifestación, de inviolabilidad del domicilio, de asociación y de garantías en la detención y libertad de movimientos por el país.
En dos días se desarrollará una jornada electoral más en mi país y tengo toda la intención de plantearles mi idea sobre el proceso y las implicaciones que giran en torno a el, cosa que haré en líneas posteriores (mientras sería bueno revisar el texto que el día de ayer publicó el filósofo de mi universidad, Enrique Dussel en la Jornada ¿Votar contra el enemigo principal?). Por lo pronto sigo sorprendiéndome con Honduras y sólo me resta puntar una cuestión; una de las entradas anteriores que denomine Irán on line recibió una cantidad interesante de comentarios y sobre todo comentarios con un sentido profundo no solo del significado actual del contexto-país, a todos ellos y a quienes lleven el gusto de acercarse a la idea de Irán, les recomiendo la entrevista al ex-embajador de México en Irán Luis Ortiz Monasterio (culpable de que la extraordinaria exposición Persia: fragmentos del paraíso visitara nuestro país) que apareció el día de ayer en el diario la Jornada (Blanche Petrich. 2 de julio 2009. p. 15) La entrevista comienza mas o menos de la siguiente manera:

Los jóvenes del movimiento cívico son los cachorros de la revolución islámica. Esta generación creyó que era el momento para dar el gran paso a la modernización. Pero, ojo: en las manifestaciones nadie pedía el fin del Estado teocrático. Nadie cruzó esa línea roja. No es la revolución de colores de Ucrania, Georgia, Kirguistán. En las noches, los jóvenes en las azoteas de los edificios gritan: "Sólo Dios es grande".

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