domingo, 24 de mayo de 2009

Minutos de aire.

Ayer por la noche tuve la oportunidad de intercambiar algunos puntos de vista sobre mi país con un joven que al parecer mantiene condiciones de vida similares, o por lo menos no tan alejadas a las que mantengo. Lo anterior no tendría mayor relevancia salvo por lo sorprendente que me resulto conocer la perspectiva tan contrastante y convencida de un ser humano que indudablemente, y al igual que yo, está siendo condicionado por su contexto inmediato. Y es entonces cuando me pasmo ante la inmensa carga que representa nuestro entorno; nuestros amigos, nuestros profesores, nuestras lecturas, nuestra música, nuestra televisión o ausencia de ella, nuestras parejas, nuestros viajes, nuestras muy particulares circunstancias de vida...
Es en ese sentido que mi entorno me condiciona a denunciar la terrible impunidad que existe en mi país, a denunciar la degeneración e inoperancia de las instituciones que mantienen el funcionamiento del Estado, a expresar la desesperanza que me sugiere la clase política, a transmitirles el encabronamiento que representa la impotencia de no tener la capacidad para transformar a México. Que mi entorno me sugiera lo anterior, no me sitúa de ninguna manera en una posición cómoda, me sitúa en una posición alterna, donde debo ser capaz de crear e imaginar para saber si mi vida es, para mi, la vida que vale la pena vivir.

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